Nuestras calles.
En esta sección nos queremos acercar a las diversas calles por las que la Cofradía, en su peregrinar el Jueves Santo, camino de San Cayetano pasa.
Muchas de estas calles tienen varios siglos de historia en el callejero Zaragozano, pero no es menos sorprendente conocer algunos rasgos de las personas a las que están dedicadas.
Y, puestos a comenzar, lo hacemos por el principio, por la avenida a la que la Cofradía se asoma desde las puertas de su Parroquia. Pocas calles pueden tener tanto significado en Zaragoza, ni estar dedicadas a un zaragozano más ilustre:
Avenida de don Francisco de Goya y Lucientes.
Francisco José de Goya y Lucientes; tal era el nombre del genio que hoy nos ocupa. El primer nombre fue en honor de san Francisco de Paula y el segundo por su padre. Nace nuestro ilustre pintor, en la localidad Zaragozana de Fuendetodos. Su padre, dorador de oficio, posiblemente llegó hasta esta localidad para engalanar el retablo mayor de la iglesia parroquial y a su madre Doña Gracia Lucientes, le cogió en avanzado estado de gestación.
De muy niño, con tres años, regresa a Zaragoza. Parece que estudió en los escolapios de San José de Calasanz, donde recibe una educación básica. Después, entraría como aprendiz con el pintor Zaragozano, José Martínez Luzán, con el que aprendió a dibujar. Con diecisiete años, se fue a Madrid. A partir de ahí, Goya ampliará horizontes, posteriormente viajará a Italia para completar su formación.
Es un pintor cuyo aprendizaje progresa poco a poco, su obra de madurez se revelará tardía. No extraña por la tanto, que no obtuviera el primer premio en un concurso de pintura en 1763, convocado por la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando. Pero eso no fue lo peor, es que no obtuvo ni tan siquiera un solo voto.
Tres años más tarde, volvió a intentarlo, de nuevo sin éxito. Y he aquí, que nos hemos enamorado de este aspecto, desconocido hasta ahora para nosotros, de D.Francisco. Bajo el lema de: <<no rendirse jamás>>, perseveró en su formación y continuó desarrollando el maestro que llevaba dentro y así, en 1780, años después de sus fracasos ante la academia, Goya será nombrado académico de mérito de la Academia de San Fernando. Todo un ejemplo de perseverancia, tesón y fe en sí mismo.
A Goya se le considera el <<Padre del Arte Moderno>>, se despojará de los cánones convencionales y adoptará composiciones más arriesgadas. Investigará y desarrollará, técnicas y materiales. Para entender el alcance del arte de Goya, su desarrollo y su tremenda versatilidad, no hay que olvidar que su labor cubrió un periodo de más de sesenta años, pintará y dibujará hasta la edad de los ochenta ydos años.
Apasionado, racional, de fuerte temperamento, expresará con rudeza sus pensamientos. En su juventud acepta el mundo tal y como es, de adulto lo criticará y en la vejez, enfermo y cansado, llegará a ser rudo y desilusionado con la gente y la sociedad. En su larga vida, el mundo habrá cambiado completa- mente. Desaparecerá la sociedad de la ilustración a la que admira y en la que triunfa, experimentará los sinsabores de la sangrienta Revolución Francesa, el desastre de Trafalgar, la Guerra de la Independencia, la restauración absolutista y la convulsa continuación del siglo XIX; demasiado para un espíritu sensible.
El genio de Goya es difícil de abarcar: su etapa italiana, la pintura mural y religiosa, Zaragoza, Madrid y la corte, Goya retratista y académico, los caprichos y la invención, retratos, el sueño de la razón, los desastres de la guerra, pintor costumbrista y de alegorías, las pinturas negras, los grabados. Difícil, muy difícil encontrar un artista tan versátil y a la vez tan contundente en todo su quehacer.
El dos de mayo, Goya estaba en Madrid. En octubre de 1808, D. José de Palafox y Melci, lo llama a Zaragoza con el fin de que perpetúe el heroico sufrimiento con el que la ciudad estaba resistiendo el asedio napoleónico. Los terribles acontecimientos del dos de mayo, el impacto que le produjo a Goya ver su ciudad (Zaragoza) destruida y todo lo que contemplo durante la Guerra de la Independencia, le llevó sin duda alguna a la necesidad de expresarse pintando:<<Los Desastres de la guerra>>.
El 24 de febrero de 1814, Goya dirige una carta a la regencia de España, informando de su pretensión de: <<perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa>>. El 9 de marzo le respondía el gobierno aceptando pagarle el importe de lienzos, aparejos y colores. Como resultado, seis años después de sucedidos los hechos, Goya habrá pintado dos de sus obras cumbres: La carga de los mamelucos y Los fusilamientos del tres de mayo en la montaña del Príncipe Pío.
Temeroso de la represión a los liberales que habían apoyado la Constitución de 1812, por parte de la restauración absolutista, Goya marcha a Burdeos. Serán estos sus últimos años de vida, años de una actividad febril e intensa: <<pinta que se las pela, sin querer corregir jamás nada de lo que pinta>>, afirmará su amigo Leandro Fernández de Moratín. Destaca en esta etapa un marcado carácter costumbrista, las clases humildes y los marginados, tendrán presencia dominante. Es como si dentro de la cabeza de Goya y a pesar de un cuerpo cansado, enfermo y mermado, bullera un torrente de energía que excediera al propio Goya y le llevara a no parar. Su creatividad seguía sin conocer límites.
Las almas de los genios suelen ser sensibles y así, cuando en marzo de 1828 le visitaron en Burdeos su nieto Mariano y su hijo Javier, la emoción quebranto su ya delicado estado de salud, obligándole a postrarse en cama. No se recuperaría y en abril de ese mismo año fallece en Burdeos nuestro gran genio. Para aquellos a los que les emociona rendir homenaje ante los restos mortales de quienes lo merecieron en vida, estos descansan en la ermita de San Antonio de la Florida de Madrid.
Tras haber cruzado el umbral de la puerta de la Iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en esa bendita noche de Jueves Santo que a todos nos convoca, y tras haber recorrido unos metros por la calle de nuestro insigne pintor, giramos a la derecha y tomamos la calle del Arzobispo Domenéch. En la próxima estación del desfile procesional por <<Nuestras Calles>>, admiraremos la enorme labor pastoral de nuestro siguiente protagonista.
Javier Barco; Capataz Paso Cristo del Amor Fraterno.