Arzobispo Domenech.
Apenas se han pasado los nervios de la salida y afrontamos una de las calles más importantes para la historia de nuestra Cofradía. Sí, no es D. Rigoberto Doménech y Valls, un Arzobispo cualquiera, ni para la historia de la ciudad, ni para la historia de nuestra corporación. Llevamos casi veinticuatro años pasando por esta calle (no siempre fue este el recorrido desde que estamos en el Perpetuo Socorro), os aseguro haberme leído la Historia de la Cofradía unas cuantas veces, y sin embargo; no había caído en el detalle.
D. Rigoberto estaba en posesión de la gran Cruz de Isabel la Católica, gran Cruz y Collar de San Raimundo de Peñafort, gran Cruz de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas, gran Cruz de Carlos III, Medalla de Oro de la Ciudad y de la Provincia e hijo adoptivo de ambas.
En julio de 1926 firmará el decreto de formación de los procesos ordinarios informativos de la causa de beatificación y canonización de la Madre Rafols. Juan Pablo II la elevó a los altares un 1 de octubre de 1994.
Siendo él Arzobispo, en 1953, el Papa Pio XII, tomó la decisión de enviar la Bandera Pontificia para que escoltara continuamente a Nuestra Señora del Pilar en su basílica de Zaragoza. La podéis contemplar en el camerín.
Impulsará y animará la creación de la Escuela de Capacitación Profesional y Aprendices San Valero.
Será bajo su arzobispado, cuando algo más de trescientos años después de fallecido, se exhumarán los restos de <<Miguel Pellicer>>, el carretero al que la Virgen del Pilar le repuso la pierna, que un carro le había sesgado. Los estudios concluyeron en que el cadáver perfectamente podía pertenecer a Miguel Pellicer, la tibia derecha tiene una clara irregularidad y es 5,5 mm más corta que la derecha. Los restos se volvieron a enterrar a la espera de que otro Arzobispo valiente, los vuelva a exhumar y los vuelva a someter a los análisis pertinentes con los medios técnicos correspondientes.
En 1954, se celebra en Zaragoza el Congreso Nacional Mariano. Con tal ocasión, se produce la Consagración de España al Inmaculado Corazón de María, delante de la Imagen de la Virgen del Pilar. Acude una importante representación de prelados, el jefe del Estado el General Franco, jerarquías y peregrinos que acudieron de todos los rincones del país.
Su primera sede episcopal será la de Palma de Mallorca, de donde vendrá en 1924 a Zaragoza, para hacerse cargo de la Mitra de nuestra ciudad. D. Rigoberto será un incansable emprendedor y catalizador de proyectos. Desarrollará una gran labor pastoral y social, restaurará el Templo del Pilar, bajo su episcopado se celebrará el XIX centenario de la venida de la Virgen. Convocó y celebró Sínodo Diocesano, semana Bíblica, congreso Mariano, Congreso Catequístico, dispuso la creación de la Acción Católica en todos los pueblos de la diócesis. Creó la obra diocesana de las Casas Parroquiales y de las Misiones.
En fin, un incansable luchador, de los que da ejemplo con una vida de trabajo dedicada a los demás. D. Rigoberto nació en Alcoy (Alicante), en el año del Señor de 1870 y entregará su alma en Zaragoza, en 1955. Fue Arzobispo de Zaragoza durante los años que van de 1924 hasta 1955.
Si os fijáis en el periodo que comprende su servicio como Arzobispo, veréis que bien se le puede considerar como el Obispo más cofrade de Zaragoza. A él le corresponde la aprobación de la mayoría de los estatutos de las entonces nacientes cofradías. Bendijo numerosas imágenes y altares. Cito textualmente de la historia de nuestra cofradía en nuestra página web: << En septiembre de 1946… sus estatutos son aprobados en Capítulo General celebrado en el Real Seminario de San Carlos el día 28 de diciembre de 1946 y ratificados por decreto de erección canónica del obispo de Zaragoza de 10 de febrero de 1947>>. Es decir, que fue nuestro protagonista de hoy; el Arzobispo Doménech, quien aprueba nuestros estatutos, que es tanto como decir nuestra fundación.
Gracias, D. Rigoberto Doménech y Valls.
Javier Barco. Capataz Paso Cristo del Amor Fraterno.