El patrimonio de las cofradías es una herencia que debe cuidarse con esmero, pues refleja la devoción a Dios y a la Virgen María. Su originalidad artística, aunque moderada y austera, es un signo de individualidad. Estos objetos procesionales (enseres o atributos) cobran su verdadero significado al servir a la evangelización, por lo que es importante entender su sentido corporativo, histórico y devocional. Las cofradías zaragozanas han utilizado tradicionalmente este término para designar los elementos que portan en sus procesiones, no solo por su valor estético, sino como instrumentos para transmitir su espiritualidad.
Es un deber velar por la conservación de este patrimonio heredado y creado, sin olvidar que fue concebido para salir a las calles y dar testimonio público de fe.
Aquella noche del Jueves Santo de 1991, la Cofradía sacó por primera vez al Cristo del Amor Fraterno en procesión. Los faroles y ciriales que acompañan a esta imagen fueron realizados cuatro años después, en 1994, por la prestigiosa orfebrería Mallol de Sevilla.